Por: Claudia Foster.
La década de los 60 fue un hervidero de jóvenes subversivos que buscaban la utópica libertad en contra del sistema capitalista. El Rey Lagarto (Jim Morrison) intensificó su discurso al entrar en contacto con imágenes psicodélicas creadas con LSD y marihuana. “The End” es la descripción personal de un desenlace social y cultural, el cual puede interpretarse a través del Psicoanálisis.
Aunque se tienen muy pocos datos sobre la primera infancia de Jim Morrison, lo cual es la estructura inicial en la vida de cualquier ser humano, se sabe que vivió en un ambiente de corte militar, con constantes cambios de residencia, largas ausencias de su padre. Desde pequeño presentó problemas de personalidad tornándose en un chico bastante inseguro. Siempre con gusto sobre la poesía y la literatura. A pesar de su rebeldía logró culminar la carrera de arte cinematográfico la cuál siempre le desilusionó. La poesía lo llevó a conocer a quienes serían sus famosos de banda, encontró su talento como cantante. Su principal obstáculo era el pánico escénico al punto de hacer sus primeras presentaciones en público de espaldas. Visto en problemas frecuentemente con las autoridades. Sus conciertos fueron muchas veces prohibidos dado lo polémico de sus actuaciones y el desorden que provocaban. Así se fue haciendo un ícono de rebeldía e indisciplina.
Psicoanalíticamente hablando se sabe que Morrison tenía un Edipo no resuelto ya que rechazaba a su madre. En el único concierto al que ella asistió le dedicó un verso ofensivo y edípico: “¿Padre? Quiero matarte, ¿madre? Quiero follarte”, se dice que a partir de ese día ella jamás lo volvió a ver. La etapa genital marcó el resto de su vida y fue determinante para para su carrera musical ya que el contenido sexual de sus presentaciones fue el factor primordial de sus irreverencias, forma de vestir, expresiones soeces, siempre aludiendo al sexo, incitando al público. Llegó a exhibir una erección provocando el paroxismo en sus fans, al punto de que sus presentaciones fueron prohibidas o con disturbios incitados por él.
Las semejanzas entre el rock and roll y el psicoanálisis van más allá de las preocupaciones con respecto a la sexualidad. Ambas disciplinas se desarrollan en direcciones similares en cuanto a obsesiones eróticas tempranas. La nuestra es una sociedad de masas en la que el hombre pierde su individualidad y siente que no es nadie. El adolescente, es el más desamparado de todos los hombres y resiente la pérdida de la individualidad mas que nadie. Busca entonces la razón de vida o muerte. En donde refugiarse, a quien admirar y a quien querer.. El Rock and Roll aporta varios componentes importantes para el apaciguamiento de dichas necesidades. Genera la creación de líderes en los cuales se deposita una energía libidinal reprimida. Produce entonces elementos de identificación en donde depositar los ideales del YO y pueda así aspirar a un YO ideal. Además, la música permite la sublimación de la sexualidad en éste mundo de vacíos eróticos. El depósito de la libido en ese objeto, es lo que hace la simbiosis extrema entre el joven en un tiempo y el viejo en otro. Cuando murió John Lennon, se produjo un desánimo general, con él se iba toda una época. La resolución del duelo se dio entonces a partir de discos, películas, videos, etc, y es así como si no hubiera muerto.
El joven quiere romper con lo establecido, el rock se convirtió entonces en un movimiento social. La expresión musical transmite emociones que pueden ser consideradas como una identificación proyectiva. Una de las canciones más psicodélicas de The Doors dice así:
“El final se acerca y nadie podrá salvarse. Los niños se volverán locos, matarán a sus padres y violarán a sus madres. Aparecerá una serpiente tan grande como un estadio para devorar a los pecadores. La iglesia caerá, las escuelas arderán en fuego y los hogares serán tragados por la tierra. La destrucción reinará mientras el amor fallece poco a poco”.
Para Morrison, la culminación del incesto significaría el ocaso de la sociedad yde todo el mundo. Explica que, la realidad como la conocemos colapsaría, resultando en un Apocalipsis. No habría prohibición por lo que sería pertinente matar al otro, a la familia.
La década de los 60 fue un hervidero de jóvenes subversivos que buscaban la utópica libertad en contra del sistema capitalista. El Rey Lagarto (Jim Morrison) intensificó su discurso al entrar en contacto con imágenes psicodélicas creadas con LSD y marihuana. “The End” es la descripción personal de un desenlace social y cultural, el cual puede interpretarse a través del Psicoanálisis.
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